La estudiante Doroclaretiana, centro y razón del
proceso educativo del colegio, definirá, compartirá y testimoniaría
progresivamente, a lo largo de su itinerario formativo, desde la niñez hasta la
juventud los siguientes rasgos vitales:
- Creciente autoestima, fundada en su convicción de que el ser humano es imagen y semejanza de Dios, dotado de cuerpo y espíritu y llamado a una constante superación personal.
- Sentido de comunión permanente con todos los seres humanos, con sentido de igualdad, respeto a la diversidad, tolerancia, capacidad de escucha y de respuestas, compromiso con todas las causas positivas de la humanidad.
- Clara identidad femenina que le permite expresarse como tal, valorar su propio cuerpo, manejar la delicadeza y la ternura en las relaciones con los demás.
- Pasión por la ciencia y las humanidades en función de un conocimiento que le ayude a ubicarse profesionalmente como protagonista de una sociedad en permanente transformación.
- Personalidad emocionalmente equilibrado, que le permite usar
responsablemente su libertad, tomar decisiones con madurez, mantener con
fortaleza el esfuerzo que exige la vida.
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